Según el DSM-IV la  encopresis está definida como la evacuación  repetida de las heces (caca)  en lugares inapropiados (por ej.: en la  ropa o en el piso) ya sea  involuntaria o intencional, en un niño mayor  de cuatro años. Dicha  incontinencia fecal no puede deberse  exclusivamente a los efectos  fisiológicos directos de una sustancia  (por ej. laxantes) ni de una  enfermedad médica, excepto que sea causada  por la constipación. Sin  embargo, algunos autores plantean que puede  haber encopresis sin  constipación. En términos generales, cualquier  anormalidad en la  defecación, es decir, cuando ésta se produce fuera  del inodoro a partir  de los cuatro años, debe ser observada y se  recomienda realizar un  seguimiento para ver su desarrollo.
A veces esta conducta  desemboca en un cuadro psicopatológico, en tanto  otras veces el control  esfinteriano puede restablecerse  espontáneamente, siendo simplemente un  recurso defensivo momentáneo del  psiquismo frente a determinadas  situaciones.
La encopresis está subdividida en dos categorías: a)  Encopresis  primaria: cuando no se adquirió nunca el control  esfinteriano. Es  decir, el niño no aprendió nunca a hacer caca dentro  del inodoro sin  ensuciar su ropa. b) Encopresis secundaria: cuando sí  hubo un control  esfinteriano pero que, luego de un período, vuelve a  fracasar. Es  decir, el niño logró dejar los pañales y aprendió a hacer  caca dentro  del inodoro, pero, transcurrido un tiempo (meses o años)  vuelve a  perder lo aprendido.
Algunas mamás se acercan al  consultorio formulando lo siguiente: “Mi  hijo dejó los pañales desde que  entró al jardín, anduvo todo bien  durante todos esos años, pero  últimamente (a la edad de 6 años) volvió a  hacerse encima... ¡Y tengo  que cambiarle los pantalones tres o cuatro  veces por día!” – me cuenta  alterada una mamá. Otra mamá me comenta:  “Cuando iba a salita de 3 se  hacía pis y caca, yo lo retiraba del  jardín sucio. Pero luego se le  pasó... Este año empezó primer grado, y  no quiere hacer caca en el baño,  se aguanta tanto que se retuerce  debajo de la cama y se le forman bolos  fecales”. Algunos padres pierden  la paciencia en estas situaciones y  formulan lo siguiente: “Nos está  volviendo locos a los dos (se refieren a  su hijo de 5 años), ensucia  los pantalones como diez veces por día, ya  no sé qué hacer! Le damos de  todo y sigue haciéndose encima. Mi marido y  yo creemos que lo hace a  propósito, que lo hace para vengarse de  nosotros, por eso le pegamos  con el cinto”- me cuenta muy nerviosa una  mamá.
Tener en cuenta que los niños mismos sufren
Es  indispensable recordar que “pegarle” al niño NO resuelve la  encopresis.  Como adultos debemos saber que el niño mismo sufre por  estos hechos que  le pasan y no posee un control consciente sobre la  situación. Los  motivos y las causas de la encopresis van más allá de la  voluntad e  intencionalidad del niño. Observar, registrar y ubicar los  modos y  momentos en que esto ocurre son maneras convenientes de  acompañar a un  niño a atravesar estas vivencias tan arduas y  dificultosas tanto para la  familia como para el niño mismo. Trasmitirle  estas observaciones a un  profesional ayudará a hallar las causas de su  aparición. Las  manifestaciones encopréticas intentan “decir” y  “mostrar” algo de la  función familiar que falla. Otorgarles un lugar  para que dichas  manifestaciones sean escuchadas y atendidas, en lugar  de hacerlas un  lado, abre la posibilidad de reordenar la dinámica  parental y familiar  habilitando un nuevo modo de expresarse.
Lic. Peichi Su